Benidorm, jueves por la noche: el auditorio se vistió de lentejuelas, abanicos y voces que se colaban hasta en los balcones más lejanos. Divas Ñ debutó en el Pride y lo hizo a lo grande: con descaro, con brillo y con un desfile de artistas que parecían competir por ver quién dejaba más boquiabierto al público.
La fórmula muy simple: 26 talentos locales y un escenario que se convirtió en un campo de batalla glitter. Hubo de todo: la que cantó como si fuera a representar a España en Eurovisión, la que se marcó una coreografía milimetrada que no envidiaría a Beyoncé, y también la que decidió que la improvisación es un arte y que el micrófono rebelde no la iba a detener. Spoiler: la improvisación ganó más aplausos que la perfección.
El público, claro, fue otro espectáculo. Desde el minuto uno estaban en pie, con abanicos a toda velocidad (cuidado, aquello parecía un huracán arcoíris), con gritos de “¡guapa, guapa, guapa!” y con esa energía colectiva que convierte cualquier Pride en una celebración inolvidable. La química entre escenario y grada fue brutal, como si todas las divas fueran colegas de toda la vida del público.
¿Lo mejor? La mezcla explosiva: un show que no pretendía ser pulido ni homogéneo, sino una fiesta de la diversidad. Un mosaico donde cada artista puso su granito de purpurina y donde lo local se sintió tan grande como lo internacional.
¿Lo peor? Que fue un no parar. Ni un respiro, ni un número calmado para recuperar fuerzas. Pero, seamos sinceros, ¿alguien viene al Benidorm Pride a descansar? Esto es el Pride, no un spa.
Gracias Santos por esta iniciativa.
Juan Dresán
Fotos : ZETA STUDIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario