Rumore Rumore en el corazón del Pride
El Benidorm Pride Festival 2025 lo viví como una experiencia única, una semana en la que la música, la cultura y el orgullo se mezclaron con momentos personales que jamás olvidaré.
Lunes: el inicio de la fiesta
Desde el lunes, los bares del casco antiguo se llenaron de vida. Drag shows improvisados, DJs que encendían la pista y risas compartidas marcaron el arranque del festival. Fue el primer recordatorio de que el Pride no es solo un desfile: es una comunidad que se siente, se vive y se celebra.
Cultura y memoria
Entre tanta fiesta también encontré espacio para la reflexión:
Las dos exposiciones me mostraron historias de resistencia y visibilidad LGTBIQ+. Una al aire libre, con referentes que nos miraban desde cada panel; otra en el Espai d’Art, más íntima, sobre cuerpos y deseo.
En los Cines Coldy proyectaron una película LGTBIQ+ que cerró con un coloquio. Fue un momento de conexión y aprendizaje, recordando la importancia de vernos reflejados en la pantalla grande.
Miércoles: rosa y complicidad
La Pink Party fue un derroche de color y energía. Mi equipo y yo nos vestimos
los cuatro de rosa, bailando como si ese color nos diera superpoderes. Cada sonrisa, cada gesto, hizo que la noche se sintiera mágica y compartida.
Jueves agua, música y espéctáculos
La Pool Party del jueves nos refrescó y nos puso a bailar bajo el sol. Esa misma noche, en el show Div@s, actuaron más de 25 artistas; no los nombro a todos por miedo a dejarme alguno en el tintero, pero sí quiero destacar a Salva Gascó. Cantó en directo con una voz que nos emocionó a todos y tuvo el detalle de saludar a Rumore Rumore, un gesto que hizo que esa noche se quedara grabada para siempre.
Viernes: la ciudad se enciende
El viernes fue el gran calentamiento para la parade. Desde la tarde, las calles y los bares parecían latir al mismo ritmo: música, performances, disfraces y encuentros que anticipaban la gran fiesta del día siguiente. La atmósfera era eléctrica, como si toda la ciudad estuviera ensayando un grito común de orgullo. Nosotros lo vivimos saltando de un local a otro, dejándonos llevar por la energía y cargándonos de esa adrenalina colectiva que solo el Pride sabe dar.
Sábado: desfile de piratas y emociones
El gran día llegó con la Gran Parade. Este año, mi equipo y yo no fuimos simples participantes: éramos Jack Sparrow y sus hermanos, Maxi y Ángel a mi lado, mientras Jesús capturaba cada momento con fotos y vídeos. Avanzamos entre carrozas, banderas y confeti, recibiendo aplausos y sonrisas del público. Fue una experiencia inolvidable, sentir que eras parte de algo tan grande y colorido.
El escenario principal: música que enciende
Después de la parade, el Auditorio Julio Iglesias se convirtió en un torbellino de música:
Locomía desplegó sus abanicos y su estilo inmortal.
Yurena entregó su voz y carisma al público, que la recibió como un himno.
Kuve aportó frescura y energía pop-rock.
Cada actuación fue un latido más del corazón gigante que es el Pride, sin desmerecer al resto de artistas que se subieron al escenario.
Domingo: clausura y despedida
La semana cerró con las fiestas de clausura. Mientras me despedía de Benidorm, repasaba mentalmente todo lo vivido: las noches de bar desde el lunes, las exposiciones, la película en los Cines Cody, la Pink Party, la Pool Party, la sorpresa de Salva Gascó saludando a Rumore Rumore, y el desfile pirata junto a Maxi y Ángel.
El Benidorm Pride 2025 no fue solo un festival: fue nuestra historia compartida, una celebración de música, memoria y orgullo que ya forma parte de mí.
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